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Cien años de
Eduardo Carranza
Por Álvaro Castaño Castillo
Revista Bocas, Julio 2013. Pág. 49
Es muy honroso el encargo que me ha
hecho la Academia Colombiana de la
Lengua de escribir estas palabras, con
motivo del centenario de Eduardo Ca-
rranza. nacido el23 de julio de 1913 en
Apiay, Llanos Orientales.
Cuando comencé estas líneas, muy
despacio, ordenando las tentaciones
de la emoción, vacilé y evoqué mo-
mentos del pasado siempre elusivo. Logré de
pronto precisar entre la niebla de los años cua-
renta, en los jardines de "Piedra y Cielo", a mi
primer Eduardo Carranza.
Eran tiempos de iniciación y de perplejida-
des para los adolescentes que buscábamos
nociones de la estética sin saber en-
contrarias. Acabábamos de salir del
colegio; allí nos habían dictado, así
entre comillas, "una poesía de pén-
sum". Éramos adolescentes sin maes-
tro, dispersos, perdidos en el laberinto
de las librerías. Eduardo Carranza.
entonces director del suplemento literario de
El Tiempo, nos asumió, nos prestó libros con
anotaciones de su puño y letra, desautorizó
los entusiasmos ingenuos que castigan al ig-
norante, y como dijo Álvaro Mutis, con quien
tanto he querido, nos enseñó a sospechar de
todo lo vulgar, a soñar con la poesía de Anto-
nio Machado, de Juan Ramón Jirnénez, de Jorge
Manrique, de Federico García Larca,
de Rafael Albertí. de Miguel Hernández ...
Al llegar a este punto de mis evocaciones
vuelvo a los tiempos del Diciembre azul -¡Ah,
el diciembre de los piedracielistas! "¡Y nunca
fue diciembre tan diciembre ni el cielo sobre el
mundo fue tan cielo!"-, de la Biblioteca Nacio-
nal. de la hacienda Santa Ana, la mesa de don
Tomás Rueda Vargas; lugares y momentos en
los que aún habitan las figuras de Gloria Valen-
cia, Gerardo Valencia, Arturo Camacho, Jorge
Rojas, Neruda, el viejito Martín, y los primeros
años de la HJCK.
Uno tras otro los eslabones que componen la
vida nos unieron indefectiblemente. Al llegar
a 1950, un reducido grupo de amigos decidi-
mos "Levantar el nivel cultural de la radiodi-
fusión colombiana". Nos reunimos en la calle
17 No. 5-43, de Bogotá, en la pila bautismal
bendecida por monseñor Emilio de Brigard:
doña Margarita Caro de Rueda, esposa de don
Tomás Rueda Vargas; su hijo Gonzalo Rueda
Caro, Eduardo Caballero Calderón y su esposa
Isabel Holguín de Caballero; Álvaro Castaño
Castillo y su esposa Gloria Valencia de Casta-
ño; doña María Rueda de Martínez y sus hi-
jos, Hernando y Alfonso; Alfonso Peñaranda
Ruan, Josefina Lleras Pizarro y una persona
más: Eduardo Carranza.
.
Desde ese momento, Eduardo Ca-
rranza se constituyó en la figura
tutelar de la HJCK. Estuvo siempre
con nosotros, de pensamiento, pa-
labra y obra. Siempre, desde aquel
15 de septiembre de 1950 cuando
nos lanzamos al aire en un incierto
vuelo, que él estimuló con su per-
manente compañía, en una vigilia
de amistad y de afecto que nunca
olvidaremos, enfrentado al micró-
fono sin un papel de referencia, sin
un apoyo que no fuera un libro o
dos para tomar de ellos alguna cita.
Cómo olvidar su voz cuando decía:
"Todos mis días comienzan con un
sorbo de patria, es el himno nacio-
nal que escucho en esta emisora
HJCK cuando inicia sus emisiones
diarias".
Con los ojos entre cerrados, Carran-
za. detenido en la jaula de cristal
de nuestro estudio, hablaba larga-
mente, sumergido en un universo
de belleza y de inteligencia y las pa-
labras, una tras otra, encontraban
su sitio inevitable con una precisión
que parecía dispuesta previamente
por un mandato superior.
Todos sabemos que pocos seres
han sido tan favorecidos por los
dones de la elocuencia como este
poeta excepcional. poeta de todos
los momentos, poeta en la soledad,
en la cátedra, en la tribuna, en el
campo abierto, en el suspiro.
Su poesía nos habla de temas fun-
damentales:
La patria.
"Yo te saludo, infinita patria, abierto
libro, lecho para el amor. Te saludo
en lo que fue, como un jardín sepul-
tado".
La muerte.
"Miro un retrato: todos están
muertos, poetas que adoró mi
adolescencia.
Ojeo un álbum familiar y pasan
trajes y sombras y perfumes
muertos".
El amor.
"Mi tú. Mi sed. Mi víspera. Mi te amo.
El puñal y la herida quelo encierra.
La respuesta que espero cuando
llamo. Mi manzana del cielo y de la
tierra".
.
La mujer.
"Tu cuerpo es todo el río del amor que
nunca acaba de pasar".
O cuando Carranza le decía a la rosa:
"".de todas sus espinas ignorante
mientras el ruiseñor muere por ella"
La infancia
"Aquí fui niño, aquí fui niño y tengo ga-
nas de llorar
Ah, tristemente, os aseguro, tanta be-
lleza fue verdad".
.
Esta cátedra de poesía, de patria, de
amistad, de historia, de pasado y de
porvenir se ha preservado celosamen-
te en un cofre hermético y solo ahora
se entreabre con motivo del centenario
de nacimiento del poeta colombiano. Es
una joya que se ha resguardado intacta,
desde 1950 hasta nuestros días, y que
ahora con el auspicio de los Archivos
de Bogotá, dirigidos por Gustavo Adolfo
Ramírez, sale a la luz pública para delei-
te de los bogotanos.
A esta cátedra pertenecen los siguien-
tes temas:
La HJCK y las letras en el décimo aniver-
sario de su fundación.
Carta nostálgica sobre la vieja ciudad y.
la ciudad nueva.
Carta sobre José Asunción Silva, poeta
bogotano.
Carta sobre la decadencia de la cultura
colombiana.
Carta sobre la raíz de nuestra estirpe.
Lengua. Espíritu. Patria. Destino.
Palabras a los más jóvenes.
Palabras al recibir la Medalla de Bogotá.
Homenaje a Tomás Rueda Vargas en
el centenario de su nacimiento.
Confidencias de un bibliotecario. La vida
secreta de los libros.
Esparta de Bolívar. Los llaneros y la in-
dependencia.
El llano ha invadido la ciudad de Bogotá.
Leyendas del corazón. Mi celeste abue-
la Mercedes (En memoria de Luis Con-
vers) ...
Con la publicación de esta cátedra,
Eduardo Carranza quedará prisionero
para siempre en el legado de la HJCK y
nos hará recordar, al oírlo, que la voz hu-
mana y los hijos son el testimonio más
vivo y perdurable que deja el hombre en
su breve paso por este mundo.
En estas líneas he querido rendir home-
naje al amigo, al maestro; contar, una
vez más, cuál fue el significado de su
presencia en la HJCK y en mi vida. Confío
en que esta evocación haya desautori-
zado con vehemencia las palabras de
Eduardo Carranza en su Epístola mortal
cuando dice: " ... nadie nos llora, nadie
nos recuerda ...
.
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NTC ... ENLACES 2 de julio de 2013
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