Cali, Colombia.
.“La semilla de la ira”
de Consuelo Triviño Anzola,
presentación en Madrid
Presentador: William Ospina
10 de octubre a las 20:00 hrs
LIBRERÍA IBEROAMERICANA C/ Huertas, 40 - 28014 Madrid http://www.ibero-americana.net/
Agradecemos la información a Guillermo Camacho Editor de la revista AURORABOREAL , info@auroraboreal.dk (Dinamarca y España)
.Presentador: William Ospina
10 de octubre a las 20:00 hrs
LIBRERÍA IBEROAMERICANA C/ Huertas, 40 - 28014 Madrid http://www.ibero-americana.net/
Agradecemos la información a Guillermo Camacho Editor de la revista AURORABOREAL , info@auroraboreal.dk (Dinamarca y España)
Don J. M. Vargas Vila
Harold Alvarado Tenorio
http://www.letralia.com/188/articulo02.htm
http://www.letralia.com/188/vv.jpg Vargas Vila
http://www.letralia.com/188/ira.jpg Carátula
Hace 75 años falleció el más temido de los panfletarios colombianos. Una novela de Consuelo Triviño celebra su vida y su obra.
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Vargas Vila, señor de rayos y leones,
callado y solitario recorre las ciudades,
y ninguno alimenta rebaño de ilusiones,
como este luminoso pastor de tempestades.
Rubén Darío.
Que yo sepa, sólo una losa de piedra, sobre una de las paredes de la fachada de una casa sita en la Carrera 2 número 12-14 de La Candelaria, le recuerda. “Aquí nació, el 23 de Junio de 1860, José María Vargas Vila, autor de Aura o las violetas”. Sus restos, si es que existen, viven en la indiferencia de una cárcava del Cementerio Central, que habrán ido a parar quién sabe dónde, entre los huesos desplazados por las políticas urbanísticas recientes, que vaciaron 18 mil sepulturas para levantar un parque que emperifolla una estatua, hueca, renacentista y ecuestre, de Fernando Botero. Fue, a pesar del desprecio y el olvido, el escritor colombiano más leído y vendido del siglo pasado, y su gloria no desmerece la de GGM, con quien más de una vez se ha contrastado. Al menos, fue tan rico y famoso como el Nobel de 1982.
Murió en Barcelona en 1933, dejando a la posteridad cerca de cien libros, entre novelas, crónicas de viajes, historia, panfletos o ensayos, y a su hijo adoptivo, sus mansiones decimonónicas de París, Málaga, Sorrento, Madrid o Barcelona, donde con el más preciso y obstinado aislamiento, cumpliendo horarios de oficinista y vistiendo con exotismo se dedicó a combatir los gobiernos de Núñez, Holguines, Caro, Sanclemente, Marroquín, Reyes, Concha, Suárez, Ospina y Abadía Méndez de la República Conservadora de Colombia, y a déspotas sudamericanos como Estrada Cabrera de Guatemala, Porfirio Díaz de México o Cipriano Castro en Venezuela, con una obra que se sigue vendiendo, en el más absoluto pero galopante silencio e incluye joyas de la prosa modernista como Ibis, Ante los bárbaros, Los césares de la decadencia, Los divinos y los humanos o Rubén Darío.
“La influencia de un escritor sobre su época marca, no los grados de su talento, sino los de su virtud”, dijo. Y continúa:
El talento en un alma sin carácter es como la hermosura en una mujer sin virtud; un elemento más de prostitución.
Claudio de Alas (1886-1918), el vate colombiano admirado por Borges que se quitó la vida en Buenos Aires cuando tenía 32 años y le conociera en New York, en 1904, ha dejado quizás el mejor retrato del Divino iracundo:
“Vestido de negro azabache, era tan taciturno como la misma sombra. Sus largas e inquietantes manos rebosantes de anillos de oro, lapislázuli y amatistas parecían talladas en mármol para cincelar largas frases dignas de Hugo y D’Annunzio. Un camafeo con una serpiente egipcia, obsequio del alejandrino Kavafis y el griego Kappatos hace las veces de un alfiler de Wilde sobre su corbata de seda peinada. Un bastón de ébano con una cabeza de dragón chino, engastada en azules de Ling y platinos de Mei sirven de apoyo a su mano izquierda. Pálido y moreno, un dedo sellaba sus labios indicando silencio, con los hirsutos cabellos más negros que grises delatando una gran testa, amplios los temporales y vivas las pupilas de halcón, dominadoras, semejantes al misterio que producen las olas de la mar en noches de alta lujuria”.
Nacido en aquella pequeña casa, en una de las riberas del río San Agustín, entre las viejas calles La Gallera y Las Águilas tres años antes de la promulgación de la Constitución de Río Negro, cuando la capital era apenas un pueblo frío, feo y fétido regido por los treinta campanarios de sus iglesias coloniales, con las calles infestadas de campesinos pobres y viejas mujeres viudas de las guerras civiles, seguidas de borricos y perros famélicos, los años de juventud de Vargas Vila fueron los del Olimpo Radical, cuando como periodista y agitador defendió los estados federados de Mosquera, Murillo Toro y Parra, irreductibles partidarios de la libertad de expresión, enseñanza, asociación y culto, cuyo contradictor, Rafael Núñez, tras haber leído en Spencer, rompió con el radicalismo y optó por un centralismo político y fiscal que llevó a la guerra civil de 1876-78, cuando militó con el general Santos Acosta y luego, como secretario del general Daniel Hernández —quien, perdiendo la vida y la guerra en la sangrienta batalla naval La Humareda, permitió a Núñez declarar liquidada la Constitución de 1863 y expedir la de 1886—, hubo de huir a los llanos del oriente y luego a Venezuela, iniciando un exilio que duraría toda la vida.
Admirado y leído en cantinas de barrio, barberías, costureros, fábricas, universidades, tabernas portuarias, sastrerías y carnicerías, sus numerosos enemigos, intelectuales al servicio de tiranos y autoritarios, le llamaron bastardo, blasfemo, desnaturalizado, disolvente, pernicioso mientras propagaban la especie que vivía como un rey, era hermafrodita y homosexual, misógino, anarquista, terrorista e impotente.
Lo cierto es que fue un formidable defensor de la libertad con la palabra escrita. Nadie como él, quizás con la excepción del granadino Isaac Muñoz (1881-1925), cuyo exotismo, perversidad y lujuria de estilo le es equiparable, hizo que las ideas y las maneras de ver el mundo de artistas y pensadores laicos ascendieran hasta las voluntades de millares de intelectuales campesinos, jornaleros, analfabetos, desposeídos y desocupados que aspiraban a ser tan libres como Jorge Amado, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, José Vasconcelos, Francisco Umbral, Ramón Gómez de la Serna, Gabriel García Márquez, José Donoso, Jorge Zalamea o Ramón del Valle Inclán, ese puñado de sus admiradores, que reconocieron que sin él y sin su prosa, no habrían existido.
Una prosa lírica cuya eficacia no hay que buscar entre las sábanas, sino en su fluir subversivo contra lo establecido, los discursos oficiales hegemónicos cuyos designios nacionales se sustentan en nociones como la familia burguesa, las tutelas morales de las iglesias y la centralización de los poderes que explotan, excluyen y reprimen el cuerpo social y el individuo. Por eso Vargas Vila violenta la ortografía, la sintaxis y la prosodia del español de Caro y Cuervo, abundando en adjetivos, modificando el uso de mayúsculas, minúsculas, la puntuación, salpimentando con hipérboles, galicismos, neologismos y metáforas sinestésicas sus extensas ráfagas de fuego y hielo, citando al por mayor del latín y el griego, cuando no del italiano, francés e inglés, lenguas que quizás no bien conocía.
Que casi 150 años después de haber nacido se publique una novela que indaga en los apuros de su alma en lucha contra los día a día de su tiempo, demuestra su vigencia. La semilla de la ira, de Consuelo Triviño, con un preciosismo que perpetúa la prosa en primera persona de José Fernández, el alter ego de José Asunción Silva, en De sobremesa, repasa los tormentos de la conciencia del asceta profano en varias de sus residencias en la tierra, ofreciéndonos un retrato de su alma que no había imaginado la crítica hasta hoy. La de un esteta consumado que hace de la búsqueda de la libertad un instrumento para alcanzar eternidad con el arte de las palabras, la más grande y destructora arma que ha inventado el hombre.
Una auténtica novela de época, deliciosa en su ritmo lento y circular; una obra de arte tejida con esmero a partir de las investigaciones que la novelista ha realizado durante los más de veinte años que lleva viviendo en España, luego que en Colombia le fuera negada la sal y el agua en varias de las universidades donde quiso prestar su concurso. La prosa de Triviño es magistral e incisiva:
“He llegado a comprender —dice Vargas Vila en La semilla de la ira— que a estas repúblicas las matan no las doctrinas conservadoras sino los intereses, la ambición y la codicia que se ocultan tras la fachada de la tradición y las buenas costumbres. La enfermedad que corrompe el cuerpo social no es la miseria, sino el miedo. Cuando nadie se atreve a decir la verdad y todos huyen al chocar contra ella, la sociedad se lanza por un precipicio. En Colombia sólo tienen cabida el bufón y el canto adulador de los juglares al servicio de los tiranos de turno. Si por azar del destino lleva hacia aquellas geografías a un hombre capaz de desvelar tanta ignominia, todos le vuelven la espalda; los periodistas, pagados por los poderosos, impiden que su verbo candente llegue hasta la multitud. Sin embargo no hay nadie que no declare vivir esperando una revolución...”.
En una época como esta, sometida al tira y afloja del pensamiento único que notifica una globalización arbitraria cuyos señores son las grandes empresas de un capitalismo sin rostro ni propósitos, doblegada por la corrupción, el lucro, el trapicheo y la discriminación; donde nada ni nadie parece ya importar, sólo el dinero y su plaza de mercado, el panfleto parece el instrumento más idóneo para despertar al hombre del letargo. Cada día, quienes orientan el mundo están más coléricos, más mordaces, mas emponzoñados contra los establecimientos y las ambiciones de los poderosos. Cada día el arte y las literaturas, la música y el cine, eligen la postura de un alma como la de Vargas Vila en la novela de la señorita Triviño: un gran silencio para gritar más fuerte contra los enemigos de la libertad.
Murió en Barcelona en 1933, dejando a la posteridad cerca de cien libros, entre novelas, crónicas de viajes, historia, panfletos o ensayos, y a su hijo adoptivo, sus mansiones decimonónicas de París, Málaga, Sorrento, Madrid o Barcelona, donde con el más preciso y obstinado aislamiento, cumpliendo horarios de oficinista y vistiendo con exotismo se dedicó a combatir los gobiernos de Núñez, Holguines, Caro, Sanclemente, Marroquín, Reyes, Concha, Suárez, Ospina y Abadía Méndez de la República Conservadora de Colombia, y a déspotas sudamericanos como Estrada Cabrera de Guatemala, Porfirio Díaz de México o Cipriano Castro en Venezuela, con una obra que se sigue vendiendo, en el más absoluto pero galopante silencio e incluye joyas de la prosa modernista como Ibis, Ante los bárbaros, Los césares de la decadencia, Los divinos y los humanos o Rubén Darío.
“La influencia de un escritor sobre su época marca, no los grados de su talento, sino los de su virtud”, dijo. Y continúa:
El talento en un alma sin carácter es como la hermosura en una mujer sin virtud; un elemento más de prostitución.
Claudio de Alas (1886-1918), el vate colombiano admirado por Borges que se quitó la vida en Buenos Aires cuando tenía 32 años y le conociera en New York, en 1904, ha dejado quizás el mejor retrato del Divino iracundo:
“Vestido de negro azabache, era tan taciturno como la misma sombra. Sus largas e inquietantes manos rebosantes de anillos de oro, lapislázuli y amatistas parecían talladas en mármol para cincelar largas frases dignas de Hugo y D’Annunzio. Un camafeo con una serpiente egipcia, obsequio del alejandrino Kavafis y el griego Kappatos hace las veces de un alfiler de Wilde sobre su corbata de seda peinada. Un bastón de ébano con una cabeza de dragón chino, engastada en azules de Ling y platinos de Mei sirven de apoyo a su mano izquierda. Pálido y moreno, un dedo sellaba sus labios indicando silencio, con los hirsutos cabellos más negros que grises delatando una gran testa, amplios los temporales y vivas las pupilas de halcón, dominadoras, semejantes al misterio que producen las olas de la mar en noches de alta lujuria”.
Nacido en aquella pequeña casa, en una de las riberas del río San Agustín, entre las viejas calles La Gallera y Las Águilas tres años antes de la promulgación de la Constitución de Río Negro, cuando la capital era apenas un pueblo frío, feo y fétido regido por los treinta campanarios de sus iglesias coloniales, con las calles infestadas de campesinos pobres y viejas mujeres viudas de las guerras civiles, seguidas de borricos y perros famélicos, los años de juventud de Vargas Vila fueron los del Olimpo Radical, cuando como periodista y agitador defendió los estados federados de Mosquera, Murillo Toro y Parra, irreductibles partidarios de la libertad de expresión, enseñanza, asociación y culto, cuyo contradictor, Rafael Núñez, tras haber leído en Spencer, rompió con el radicalismo y optó por un centralismo político y fiscal que llevó a la guerra civil de 1876-78, cuando militó con el general Santos Acosta y luego, como secretario del general Daniel Hernández —quien, perdiendo la vida y la guerra en la sangrienta batalla naval La Humareda, permitió a Núñez declarar liquidada la Constitución de 1863 y expedir la de 1886—, hubo de huir a los llanos del oriente y luego a Venezuela, iniciando un exilio que duraría toda la vida.
Admirado y leído en cantinas de barrio, barberías, costureros, fábricas, universidades, tabernas portuarias, sastrerías y carnicerías, sus numerosos enemigos, intelectuales al servicio de tiranos y autoritarios, le llamaron bastardo, blasfemo, desnaturalizado, disolvente, pernicioso mientras propagaban la especie que vivía como un rey, era hermafrodita y homosexual, misógino, anarquista, terrorista e impotente.
Lo cierto es que fue un formidable defensor de la libertad con la palabra escrita. Nadie como él, quizás con la excepción del granadino Isaac Muñoz (1881-1925), cuyo exotismo, perversidad y lujuria de estilo le es equiparable, hizo que las ideas y las maneras de ver el mundo de artistas y pensadores laicos ascendieran hasta las voluntades de millares de intelectuales campesinos, jornaleros, analfabetos, desposeídos y desocupados que aspiraban a ser tan libres como Jorge Amado, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, José Vasconcelos, Francisco Umbral, Ramón Gómez de la Serna, Gabriel García Márquez, José Donoso, Jorge Zalamea o Ramón del Valle Inclán, ese puñado de sus admiradores, que reconocieron que sin él y sin su prosa, no habrían existido.
Una prosa lírica cuya eficacia no hay que buscar entre las sábanas, sino en su fluir subversivo contra lo establecido, los discursos oficiales hegemónicos cuyos designios nacionales se sustentan en nociones como la familia burguesa, las tutelas morales de las iglesias y la centralización de los poderes que explotan, excluyen y reprimen el cuerpo social y el individuo. Por eso Vargas Vila violenta la ortografía, la sintaxis y la prosodia del español de Caro y Cuervo, abundando en adjetivos, modificando el uso de mayúsculas, minúsculas, la puntuación, salpimentando con hipérboles, galicismos, neologismos y metáforas sinestésicas sus extensas ráfagas de fuego y hielo, citando al por mayor del latín y el griego, cuando no del italiano, francés e inglés, lenguas que quizás no bien conocía.
Que casi 150 años después de haber nacido se publique una novela que indaga en los apuros de su alma en lucha contra los día a día de su tiempo, demuestra su vigencia. La semilla de la ira, de Consuelo Triviño, con un preciosismo que perpetúa la prosa en primera persona de José Fernández, el alter ego de José Asunción Silva, en De sobremesa, repasa los tormentos de la conciencia del asceta profano en varias de sus residencias en la tierra, ofreciéndonos un retrato de su alma que no había imaginado la crítica hasta hoy. La de un esteta consumado que hace de la búsqueda de la libertad un instrumento para alcanzar eternidad con el arte de las palabras, la más grande y destructora arma que ha inventado el hombre.
Una auténtica novela de época, deliciosa en su ritmo lento y circular; una obra de arte tejida con esmero a partir de las investigaciones que la novelista ha realizado durante los más de veinte años que lleva viviendo en España, luego que en Colombia le fuera negada la sal y el agua en varias de las universidades donde quiso prestar su concurso. La prosa de Triviño es magistral e incisiva:
“He llegado a comprender —dice Vargas Vila en La semilla de la ira— que a estas repúblicas las matan no las doctrinas conservadoras sino los intereses, la ambición y la codicia que se ocultan tras la fachada de la tradición y las buenas costumbres. La enfermedad que corrompe el cuerpo social no es la miseria, sino el miedo. Cuando nadie se atreve a decir la verdad y todos huyen al chocar contra ella, la sociedad se lanza por un precipicio. En Colombia sólo tienen cabida el bufón y el canto adulador de los juglares al servicio de los tiranos de turno. Si por azar del destino lleva hacia aquellas geografías a un hombre capaz de desvelar tanta ignominia, todos le vuelven la espalda; los periodistas, pagados por los poderosos, impiden que su verbo candente llegue hasta la multitud. Sin embargo no hay nadie que no declare vivir esperando una revolución...”.
En una época como esta, sometida al tira y afloja del pensamiento único que notifica una globalización arbitraria cuyos señores son las grandes empresas de un capitalismo sin rostro ni propósitos, doblegada por la corrupción, el lucro, el trapicheo y la discriminación; donde nada ni nadie parece ya importar, sólo el dinero y su plaza de mercado, el panfleto parece el instrumento más idóneo para despertar al hombre del letargo. Cada día, quienes orientan el mundo están más coléricos, más mordaces, mas emponzoñados contra los establecimientos y las ambiciones de los poderosos. Cada día el arte y las literaturas, la música y el cine, eligen la postura de un alma como la de Vargas Vila en la novela de la señorita Triviño: un gran silencio para gritar más fuerte contra los enemigos de la libertad.
presentaron el libro en la XXI Feria Internacional del Libro de Bogotá el 1 de Mayo de 2008
(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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Fotografías: María Isabel Casas de NTC ...
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Vargas Vila, panfletario y libertario
Por Carlos Vidales
de Carlos Vidales < carlos@bredband.net > para NTC < ntcgra@gmail.com >
fecha 27 de septiembre de 2008 8:23
asunto SV: "La semilla de la ira" de Consuelo Triviño Anzola, presentación en Madrid. Oct. 10, 2008
Mucho me gusta que se reivindique a José María Vargas Vila, uno de nuestros grandes rebeldes y el más enérgico defensor del libre pensamiento en nuestra patria.
Hace ya once años, en 1997, escribí un esbozo biográfico de Vargas Vila, que ha sido profusamente copiado, plagiado, usado y manoseado en internet, pero que, al mismo tiempo, ha servido para despertar entusiasmo e interés entre muchos jóvenes de todos los rincones del mundo, que me escriben con frecuencia para pedir más datos, más informaciones y más conceptos sobre este hombre inquietante y desafiante.
http://hem.bredband.net/rivvid/carlos/VVILA.HTM
Saludos. Carlos Vidales
fecha 27 de septiembre de 2008 8:23
asunto SV: "La semilla de la ira" de Consuelo Triviño Anzola, presentación en Madrid. Oct. 10, 2008
Mucho me gusta que se reivindique a José María Vargas Vila, uno de nuestros grandes rebeldes y el más enérgico defensor del libre pensamiento en nuestra patria.
Hace ya once años, en 1997, escribí un esbozo biográfico de Vargas Vila, que ha sido profusamente copiado, plagiado, usado y manoseado en internet, pero que, al mismo tiempo, ha servido para despertar entusiasmo e interés entre muchos jóvenes de todos los rincones del mundo, que me escriben con frecuencia para pedir más datos, más informaciones y más conceptos sobre este hombre inquietante y desafiante.
http://hem.bredband.net/rivvid/carlos/VVILA.HTM
Saludos. Carlos Vidales
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Vargas Vilavisto por una mujer
http://www.revistadiners.com.co/nuevo/interna.php?idn=208&idm=3
Abril es el mes de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Se destacarán obras como la novela de Consuelo Triviño sobre Vargas Vila, el último libro de Germán Castro Caycedo, la novella de Hernán Estupiñán y las cincuenta novellas colombianas de Pijao Editores.
Por Alonso Aristizábal
Consuelo Triviño Anzola cuenta cómo escribió La semilla de la ira sobre José María Vargas Vila (1860-1933), uno de los colombianos más controvertidos por su literatura panfletaria y que se ganó la fama de ser el culpable de no pocos suicidios hasta mediados de los años cincuenta. Fue el escritor más famoso de Colombia antes de García Márquez, e incluso fue el primer colombiano en vivir de la literatura y penetrar con sus páginas en todas las clases sociales del país. Esta novela recrea de manera muy auténtica su vida y su época a través del estilo y el diario del escritor. La obra tiene el mérito de recrear la época, asumir el personaje a lo largo del texto y realizar con los epígrafes de cada capítulo la crítica del biografiado. Es una novela y un ensayo a la vez por la historia que cuenta y lo que significa en la recopilación del mundo y las ideas del protagonista, este misógino y homosexual que se llamaba a sí mismo El Divino alimentaba la imagen de escritor maldito que contribuía a su éxito.
El libro lo muestra con su identidad de ególatra hablando consigo mismo en medio de su orgullo y presunción, como el genio de la controversia. Su cultura le servía de pose para lucirse en las reuniones sociales con la burguesía europea. Enla novela se encuentra su lenguaje con su permanente recurrencia a la cultura clásica. Entre lo más positivo del personaje está su posición americanista frente a las dictaduras y el viviral día sobre el momento social, político, cultural y literario de América y Europa. La autora le siguió por años las huellas al personaje y por ello tenía que escribir sobre su fantasma. No es usual que entre nosotros se escriban novelas de este estilo con toda la vida de un personaje y la amplia experiencia del autor sobre el tema.
Escuchemos lo que dice Consuelo Triviño sobre su obra: “Todo empieza con la leyenda negra en torno a Vargas Vila, del que numerosos colombianos hoy no tienen noticia y que ha sido como una enfermedad nacional. Se habla mucho de él, y lo peor, se sigue desaconsejando su lectura por considerarla de mal gusto. Y eso se ha convertido en su mejor propaganda. Yo buscaba, como lo intento cuando trabajo en un personaje, su humanidad de literato vanidoso y urticante. Lo que hice fue rastrear la parte más profunda, sus sentimientos y sus heridas morales. Mi abuela hablaba de Aura o las violetas y decía que él odiaba a las mujeres porque había querido seducir a su madre y lo había conseguido. Cuando hacía mi doctorado en Madrid, tenía que elegir un tema para mi tesis. Pensé en él por lo que representaba para mi país, su figura de desterrado, anatematizado y ególatra que despotricaba contra la Iglesia, el Papa y el Estado colombiano, y anti imperialista que escandalizaba con sus novelas eróticas. Yo tenía fresca en la memoria la historia aburrida que había leído antes, pero quería saber lo que estaba detrás de ese mito. Empecé a leerlo en las bibliotecas de Madrid donde muchos de sus libros tenían el sello de la censura de los años de la dictadura. Así constaté que también en la madre patria había dejado huella, aunque no de la misma manera que en Colombia. Allí algunas personas mayores de setenta años lo habían leído y conocían sobre todo sus relatos eróticos.
“Al leerlo me fatigaban tantas páginas malas, aunque en muchas de sus obras descubría párrafos rescatables por su bellezay metáforas modernistas. Pero vi que era muy desigual, capaz de hacer unos perfiles magistrales sobre personajes como ValleInclán o Ibsen. Escribía a toda prisa para cumplir con compromises editoriales. Vivía en España, pero aislado, aunque decía que tenía amigos. Chocaba con la mayoría de los escritores hispanoamericanos con los que coincidía. Se hablaba del lujo en elque vivía, del misterio en torno de él. Pero yo también pensaba en el público que lo leyó, izquierdistas y anarquistas incendiarios, damas elegantes, trabajadores y policías que se suicidaban tras la lectura de obras como Ibis o Flor de fango. “La tesis se cerraba con un comentario sobre su diario inédito guardado en Cuba. No obstante, en esos años se trasmitió por la televisión colombiana una entrevista con Fidel Castro sobre el tema. Entonces me entró la obsesión de ver ese diario. Ésta me llevó a la isla, con una beca del Gobierno español. Precisamente en Diners se publicaron algunos fragmentos como primicia. Luego volví a Cuba para hablar con las personas que me dijeron influían en el destino de esos originales. Uno de ellos, García Márquez, quien en esos días estaba allá. Por fortuna tuve ayudantes, bibliotecarias y personajes respetados. Me llevaron hasta la casa de una de las personas que tenía un acopia del Diario. Con avidez y ansia increíbles leí en voz alta los fragmentos que más me interesaban, y me los llevé para Madrid. Luego el Diario secreto tuvo su editor en Colombia.
Con esto se cerraba para mí esta historia, pero me propusieron que escribiera la biografía, y no había manera de que la gente dejara de relacionarme con el personaje. Un día, Julio Olaciregui me pidió un cuento sobre un colombiano en París. ¿Quién?, le pregunté. ¡Pues Vargas Vila! Miré el Diario y empecé a escribir. Eso fue increíble: Me sale el estilo modernista, decía, y también el ácido de sus adjetivos.
“Varios años después vino la idea de escribir la novela,y la terminé en doce meses. Empecé enviando capítulos a amigas y amigos, que entusiasmados me pedían más. Jamás me había sentido tan acompañada frente a la página en blanco. Escribía como haciendo teatro. Además fue como ir a los lugares por donde él viajaba. Lo busqué en los personajes de sus novelas y en los perfiles que hace de otros. Las zonas oscuras las llené con invención. Realicé con él el regreso que en su vida quiso hacer y no hizo, su vuelta a la ciudad natal para visitar la tumba de la madre. Completé trozos de sus escritos, describí personajes y situaciones imitando su estilo, me apropié de sus palabras. En muchos momentos me sentí una impostora”.
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Consuelo Triviño escribe sobre Vargas Vila. Entrevista
Entre la realidad y la imaginación. Se considera una librepensadora. Ha escrito varios libros que están relacionados con Vargas Vila y que la llevaron a escribir finalmente una novela sobre él. Dedicación.
Gloria Luz Ángel – Papel Salmón
http://www.lapatria.com/Noticias/ver_noticia.aspx?CODNOT=38094&CODSEC=17
http://www.revistadiners.com.co/nuevo/interna.php?idn=208&idm=3
Abril es el mes de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Se destacarán obras como la novela de Consuelo Triviño sobre Vargas Vila, el último libro de Germán Castro Caycedo, la novella de Hernán Estupiñán y las cincuenta novellas colombianas de Pijao Editores.
Por Alonso Aristizábal
Consuelo Triviño Anzola cuenta cómo escribió La semilla de la ira sobre José María Vargas Vila (1860-1933), uno de los colombianos más controvertidos por su literatura panfletaria y que se ganó la fama de ser el culpable de no pocos suicidios hasta mediados de los años cincuenta. Fue el escritor más famoso de Colombia antes de García Márquez, e incluso fue el primer colombiano en vivir de la literatura y penetrar con sus páginas en todas las clases sociales del país. Esta novela recrea de manera muy auténtica su vida y su época a través del estilo y el diario del escritor. La obra tiene el mérito de recrear la época, asumir el personaje a lo largo del texto y realizar con los epígrafes de cada capítulo la crítica del biografiado. Es una novela y un ensayo a la vez por la historia que cuenta y lo que significa en la recopilación del mundo y las ideas del protagonista, este misógino y homosexual que se llamaba a sí mismo El Divino alimentaba la imagen de escritor maldito que contribuía a su éxito.
El libro lo muestra con su identidad de ególatra hablando consigo mismo en medio de su orgullo y presunción, como el genio de la controversia. Su cultura le servía de pose para lucirse en las reuniones sociales con la burguesía europea. Enla novela se encuentra su lenguaje con su permanente recurrencia a la cultura clásica. Entre lo más positivo del personaje está su posición americanista frente a las dictaduras y el viviral día sobre el momento social, político, cultural y literario de América y Europa. La autora le siguió por años las huellas al personaje y por ello tenía que escribir sobre su fantasma. No es usual que entre nosotros se escriban novelas de este estilo con toda la vida de un personaje y la amplia experiencia del autor sobre el tema.
Escuchemos lo que dice Consuelo Triviño sobre su obra: “Todo empieza con la leyenda negra en torno a Vargas Vila, del que numerosos colombianos hoy no tienen noticia y que ha sido como una enfermedad nacional. Se habla mucho de él, y lo peor, se sigue desaconsejando su lectura por considerarla de mal gusto. Y eso se ha convertido en su mejor propaganda. Yo buscaba, como lo intento cuando trabajo en un personaje, su humanidad de literato vanidoso y urticante. Lo que hice fue rastrear la parte más profunda, sus sentimientos y sus heridas morales. Mi abuela hablaba de Aura o las violetas y decía que él odiaba a las mujeres porque había querido seducir a su madre y lo había conseguido. Cuando hacía mi doctorado en Madrid, tenía que elegir un tema para mi tesis. Pensé en él por lo que representaba para mi país, su figura de desterrado, anatematizado y ególatra que despotricaba contra la Iglesia, el Papa y el Estado colombiano, y anti imperialista que escandalizaba con sus novelas eróticas. Yo tenía fresca en la memoria la historia aburrida que había leído antes, pero quería saber lo que estaba detrás de ese mito. Empecé a leerlo en las bibliotecas de Madrid donde muchos de sus libros tenían el sello de la censura de los años de la dictadura. Así constaté que también en la madre patria había dejado huella, aunque no de la misma manera que en Colombia. Allí algunas personas mayores de setenta años lo habían leído y conocían sobre todo sus relatos eróticos.
“Al leerlo me fatigaban tantas páginas malas, aunque en muchas de sus obras descubría párrafos rescatables por su bellezay metáforas modernistas. Pero vi que era muy desigual, capaz de hacer unos perfiles magistrales sobre personajes como ValleInclán o Ibsen. Escribía a toda prisa para cumplir con compromises editoriales. Vivía en España, pero aislado, aunque decía que tenía amigos. Chocaba con la mayoría de los escritores hispanoamericanos con los que coincidía. Se hablaba del lujo en elque vivía, del misterio en torno de él. Pero yo también pensaba en el público que lo leyó, izquierdistas y anarquistas incendiarios, damas elegantes, trabajadores y policías que se suicidaban tras la lectura de obras como Ibis o Flor de fango. “La tesis se cerraba con un comentario sobre su diario inédito guardado en Cuba. No obstante, en esos años se trasmitió por la televisión colombiana una entrevista con Fidel Castro sobre el tema. Entonces me entró la obsesión de ver ese diario. Ésta me llevó a la isla, con una beca del Gobierno español. Precisamente en Diners se publicaron algunos fragmentos como primicia. Luego volví a Cuba para hablar con las personas que me dijeron influían en el destino de esos originales. Uno de ellos, García Márquez, quien en esos días estaba allá. Por fortuna tuve ayudantes, bibliotecarias y personajes respetados. Me llevaron hasta la casa de una de las personas que tenía un acopia del Diario. Con avidez y ansia increíbles leí en voz alta los fragmentos que más me interesaban, y me los llevé para Madrid. Luego el Diario secreto tuvo su editor en Colombia.
Con esto se cerraba para mí esta historia, pero me propusieron que escribiera la biografía, y no había manera de que la gente dejara de relacionarme con el personaje. Un día, Julio Olaciregui me pidió un cuento sobre un colombiano en París. ¿Quién?, le pregunté. ¡Pues Vargas Vila! Miré el Diario y empecé a escribir. Eso fue increíble: Me sale el estilo modernista, decía, y también el ácido de sus adjetivos.
“Varios años después vino la idea de escribir la novela,y la terminé en doce meses. Empecé enviando capítulos a amigas y amigos, que entusiasmados me pedían más. Jamás me había sentido tan acompañada frente a la página en blanco. Escribía como haciendo teatro. Además fue como ir a los lugares por donde él viajaba. Lo busqué en los personajes de sus novelas y en los perfiles que hace de otros. Las zonas oscuras las llené con invención. Realicé con él el regreso que en su vida quiso hacer y no hizo, su vuelta a la ciudad natal para visitar la tumba de la madre. Completé trozos de sus escritos, describí personajes y situaciones imitando su estilo, me apropié de sus palabras. En muchos momentos me sentí una impostora”.
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Consuelo Triviño escribe sobre Vargas Vila. Entrevista
Entre la realidad y la imaginación. Se considera una librepensadora. Ha escrito varios libros que están relacionados con Vargas Vila y que la llevaron a escribir finalmente una novela sobre él. Dedicación.
Gloria Luz Ángel – Papel Salmón
http://www.lapatria.com/Noticias/ver_noticia.aspx?CODNOT=38094&CODSEC=17
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Cuando la escritora bogotana Consuelo Triviño Anzola escogió a José María Vargas Vila para su tesis de doctorado en filología en España nunca pensó que terminaría escribiendo una novela sobre él: La semilla de la ira . “Jamás creí que dar todas esas vueltas alrededor de un tema y escarbar en las bibliotecas me condujera a la creación. No lo medí, no lo calculé, sólo lo supe cuando empecé a escribir esta novela hace dos años.”
Papel Salmón habló con ella luego del lanzamiento de su obra en la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Sigue: http://www.lapatria.com/Noticias/ver_noticia.aspx?CODNOT=38094&CODSEC=17
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Cuando la escritora bogotana Consuelo Triviño Anzola escogió a José María Vargas Vila para su tesis de doctorado en filología en España nunca pensó que terminaría escribiendo una novela sobre él: La semilla de la ira . “Jamás creí que dar todas esas vueltas alrededor de un tema y escarbar en las bibliotecas me condujera a la creación. No lo medí, no lo calculé, sólo lo supe cuando empecé a escribir esta novela hace dos años.”
Papel Salmón habló con ella luego del lanzamiento de su obra en la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Sigue: http://www.lapatria.com/Noticias/ver_noticia.aspx?CODNOT=38094&CODSEC=17
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Otra información:
* http://www.vive.in/especiales/feriadellibro2008/libros_flibro/home/ARTICULO-WEB-NOTA_INT_ESPECIAL_VIVEIN-4112758.html
* http://www.vive.in/especiales/feriadellibro2008/libros_flibro/home/ARTICULO-WEB-NOTA_INT_ESPECIAL_VIVEIN-4112758.html
* http://www.vive.in/especiales/feriadellibro2008/articulos_flibro/home/ARTICULO-WEB-NOTA_INT_ESPECIAL_VIVEIN-4134086.html
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Actualizó : NTC … / gra , Sept. 26, 2008
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Actualizó : NTC … / gra , Sept. 26, 2008